domingo, 29 de noviembre de 2015

Por vosotras; compañeras de vida.

Por ser mi norte, mi soporte; por estar ahí, a pie de cañón en todas mi idas y venidas. Por vosotras, amigas, que sois el regalo más grande. Porque vosotras primero y el resto después. Por ser las únicas capaces de apoyarme siempre, aunque no tenga la razón. Por odiar al resto y quererme a mí. Por sacrificaros por mí, y aceptar las desventajas que supone tenerme como amiga. Por cuidarme, por compartir todas esas aventuras que serían imposibles de compartir con otras cualesquiera. Por vosotras mis amigas; siempre será por vosotras. AM os adoro

El último sabor que dejaste en mí.

La hora de siempre. El sitio de siempre. Los dos de siempre. Pero esta vez era distinta. Estabas frío, como ido, como si no estuvieras allí, conmigo, donde el mundo se convertía en un sitio un poco menos malo por el simple hecho de que estuvieras allí, a mi lado, cogiéndome de la mano. Y allí, a las seis en punto, en el banco de todos los domingos, tú y yo no nos cogíamos de la mano. Me besaste y te fuiste. Un beso fugaz. Pero aquel beso, por muy efímero que fuese, se convirtió en eterno.

domingo, 1 de noviembre de 2015

"He estado sentado, aquí, pensando en todas las cosas por las que me gustaría disculparme."

Me tenía como una persona de principios claros, de saber lo que hago y por qué, de fijarme una meta y conseguirla, costase lo que costase. Solía mirar alrededor preguntándome si se podía ser más feliz, porque lo creía imposible. Y de repente, todo se desvaneció llegando todo ese puto ruido de golpe, jodiéndome como nunca. "Todo es pasajero" me repetía una y otra vez haciéndome creer que todo volvería a estar en orden. Y sin embargo, varias (demasiadas) lunas después me doy de cuenta de que todo este tiempo he estado sentado, aquí, pensando en todas las cosas por las que me gustaría disculparme, y no me llegan los bolsillos para meterlas todas.