miércoles, 11 de mayo de 2016

Lista de cosas favoritas:

Como quién espera toda la semana por el viernes, como ese último helado que queda en la caja cuando abres la nevera, como junio y diciembre; tan odiados y tan esperados, como ese bonito sueño de anoche que llevas todo el día repitiendo en tu cabeza, como el olor a tormenta, como tumbarte en un descampado en plena noche de agosto a ver las estrellas, como cuando no dices nada porque las miradas transmiten más que las palabras, como esa canción que te pone los pelos de punta, como un 'todo irá bien' en el momento adecuado, como los besos que me robaste, como tus caricias en la espalda tras haber hecho el amor, como ese libro que has leído tropecientas veces y que lo has sentido de una forma diferente de cada vez, como el Sol en Galicia o como un atardecer en tu sitio favorito del mundo.
Es que joder, eres alegría, poesía y tempestad.
Eres como todas mis cosas favoritas a la vez.

Sexta Guerra Mundial en nuestra relación; desintegración parcial y total de todos los miembros del bando perdedor.

Y de repente tu corazón me declaró la guerra reclamando las libertades de  su nueva política republicana. Me pilló desprevenida y con nuestros recuerdos como única inmunición. Perdí la batalla por la desestabilización de mi ejército  interior que tras varias noches de tragedia decidió dividirse en dos bandos contradictorios; cerebro y corazón.
Decidí quedarme sólo con uno pensando que escogía al correcto, pensando en todos los buenos momentos que me había dado... Con la esperanza de volver a retomar ese Antiguo Régimen que tenía como principal decreto que yo era la única reina de tu reino. Sin darme cuenta me decanté por la política de reformas que me ofrecia tantas buenas reformas, pero resultó ser el más débil.
Tras el golpe de estado del 20 y pico de agosto del 2014 que habías estado preparando desde hacía tanto tiempo con distintas presidentas republicanas, mi bando quedó sin fuerzas para seguir luchando, perdiendo así la batalla. A esto lo presiguió año y medio de crisis, hasta que el 19 de febrero del 2016 decidí gobernar con total autoridad, creando una nueva Constitución que se regía por los principios básicos de ser yo misma, quererme a mí por encima de todo y sobre todo por la felicidad.
Del amor a la guerra sólo hay un paso, pero, ¿valen la pena todas esas batallas perdidas por ese efímero momento de gloria?
 

                                    Me solía jurar que sí.